Un periodista singular
8Nov23Gran figura del periodismo, especializado en el espectáculo, Berruti lleva décadas cautivando a públicos variados, con la inteligencia como arma principal. No es un “independiente” ni un “alternativo”, pero siempre le da lugar a unxs y a otrxs.
Quien firma estas líneas es de los que creen que los homenajes a quienes honran con sus aportes a las generaciones que nos preceden, no deben aguardar en exceso el paso del tiempo. No hay nada más ingrato que esos comentarios que comienzan “…un día como hoy nos dejó fulano de tal”, cuando se lo relegó o directamente se lo olvidó mientras estuvo entre nosotrxs.
Por fortuna, en nuestros días, mayor cuidado de la salud mediante, abundan quienes siguen en plena actividad y producción aun cuando han pasado la barrera de los 80, y de los 90 en algunxs casos. Muchxs de ellos merecen el tributo, tanto en veta más racional y crítica, como en el costado emotivo sin el cual la evocación perdería espesor. Quien es motivo de esta nota nació en 1937, haga el lector las cuentas.
Alguien que, del on al off, nada del espectáculo le es ajeno.
Este exordio viene a propósito de la voluntad de ofrecer un reconocimiento, uno entre tantos, a uno de los grandes periodistas de espectáculos de nuestro país: Rómulo Berruti.
Berruti es un hombre “nacido y criado” en la corriente principal del negocio del espectáculo. Lo que en su caso no es una metáfora. Ha relatado innumerables veces sus paseos de infancia por los teatros porteños con su tío, Alejandro. Ese tío paterno fue directivo del teatro Cervantes, además de frecuentador incansable del mundo teatral.
Rómulo asimismo cultivó en su juventud la amistad de Luis César Amadori, gran empresario de la revista porteña, además de director de cine algo desparejo, si bien con algunos títulos muy dignos de ser vistos aún hoy. Con ellos comenzó a empaparse de todo lo relacionado con sets y escenarios.
Asimismo trabajó durante mucho tiempo en grandes diarios, como Crítica y La Prensa. Y en particular en Clarín, donde permaneció algo más de un cuarto de siglo, hasta su jubilación. Allí practicó diversas especialidades del periodismo gráfico sobre espectáculos. Crítico de teatro y de cine; cubrió acontecimientos como repetidas ediciones del festival de Mar del Plata y varios del exterior. Asimismo realizó múltiples entrevistas a figuras del “ambiente artístico”.
Una particularidad destacable de Berruti, rastreable a lo largo de toda o buena parte de su trayectoria, es que pese a ser un hombre vinculado al show business siempre ha otorgado un lugar importante en sus coberturas a producciones situadas en el margen de lo comercial e incluso decididamente independientes o alternativas.
En sus programas de radio y televisión, en los ciclos de cine que supo dirigir (mención honorífica para el que ha realizado en la Universidad Nacional de Lanús), y en muchos otros espacios, prestó atención a trabajos alejados de los circuitos de consumo masivo.
Es insoslayable remontarse hacia atrás y traer el recuerdo de un éxito clamoroso y perdurable Función Privada, que estuvo durante más de 15 años en el aire, la mayor parte del tiempo en la televisión estatal.
Ese programa nació casi al mismo tiempo que el final de la dictadura. Para quienes teníamos veintipocos en aquella época, entrañó el gozoso descubrimiento de obras de cinematografías que recién volvían a las carteleras (o eran estrenadas en el programa), gracias al final de la censura dictatorial (Y la previa, durante el calamitoso gobierno de Isabel Perón). Para nombrar dos grandes películas que vi en ese ciclo: El crimen de Cuenca y la húngara Coronel Redl.
Además pasaban por aquel ciclo nocturno una buena porción de las producciones más destacables del cine nacional.
Junto con los largometrajes proyectaban rescates memorables, como la proyección de los “noticiarios cinematográficos” de Sucesos Argentinos, O de un antiguo y entrañable serial como Flash Gordon. Las entregas se completaban con entrevistas, casi siempre atrayentes y con jugosos diálogos entre ambos conductores; quien hoy nos ocupa y Carlos Morelli.
El tango entre plumas y bikinis.
Por fortuna las facultades y aptitudes de R.B como periodista y conductor se pueden comprobar hasta el día de hoy. En el programa de FM La 2×4; Plumas, bikinis y tango nunca faltan las entrevistas con directores, actores u otras figuras del quehacer teatral.
Quienes aprovechan el espacio para poner en conocimiento de un público fiel obras que no pasan por las grandes marquesinas. Las mismas que tienen una o a lo sumo dos funciones semanales.
No sólo se trata de los reportajes, el conductor no desperdicia oportunidad para colmar de elogios al riquísimo panorama teatral de Buenos Aires, con sus centenares de opciones entre las que siempre destacan algunas de elevada calidad.
Quien esto escribe tiene desde hace varios años una cita radial semanal con R.B. Sólo alguno que otro domingo renuncia a escuchar Plumas…, de 11 a 14 horas. Allí, entre otras revelaciones gratas, pudo disfrutar a Berruti como cultor del tango.
En particular de las letras ya que, como el mismo se encarga a menudo de aclarar, no es un entendido en cuestiones musicales. Y allí despunta además su vocación por el decir y la escritura del lunfardo, campo en el cual hace pedagogía. Justamente al traducir al oyente no iniciado, el significado de muchas palabras que orlan los versos tangueros.
En ese campo destaca su valoración del tango cantado, que era parte de las atracciones de los espectáculos revisteriles, sobre todo en las décadas de 1920 y 1930.
R.B. atrae así la atención del oyente hacia un período de excelencia en la historia tanguera, caracterizado además por el marcado protagonismo femenino.
En sus emisiones se puede escuchar con suma frecuencia a Ada Falcón, Libertad Lamarque, la “negra” Sofía Bozán, entre otras grandes “cancionistas”. Auna así el mérito del cultivo del buen gusto tanguero con el rescate de una etapa del género que en su momento quedó algo opacada por el gran éxito (artístico y comercial) de las grandes orquestas de la década de 1940.
Por cierto que Rómulo justifica con creces el nombre del programa refiriéndose a ése y otros aspectos del teatro de revistas y de la añorada “noche porteña” en general. Él se ocupa de contar que pasó décadas deambulando por los bares de Avenida Corrientes hasta cualquier hora de la madrugada.
Cabe destacar que quien fuera conductor de Función Privada no peca de solemne. Sabe mechar en sus comentarios alguna nota de picardía. Hasta se permite en ocasiones recordar algún lance amoroso, o evocar la espléndida belleza de alguna figura femenina del teatro o la revista a la que pudo conocer de cerca.
Hay que aclarar al respecto que Berruti es un varón de la vieja escuela: Quien espere algún nombre propio o un guiño que permita identificar a las protagonistas, aguardará en vano.Y él continuará con sus recuerdos acerca de interminables noches de teatro, cine, whisky y amigos, con la avenida ya mencionada como escenario preferente.
La política no es un tema protagónico en sus programas, pero tampoco la excluye como a un tabú. Así puede hacer alusiones ecuánimes. Lo he escuchado referirse a la persecución de Niní Marshall durante el peronismo. Y otro día al hostigamiento hacia Nelly Omar por parte de quienes derrocaron al general Perón y lo proscribieron junto a muchxs de sus seguidores
————-
Si hay que pensar en quienes puedan cultivar el estilo de bon vivant sin caer en excesos de esnobismo ni discriminaciones desagradables, Berruti es uno de ellos. Basta para verificarlo ver el film Cracks de nácar, en el que participó interpretándose a sí mismo. La película trata de un juego muy singular, una especie de fútbol jugado con botones. Por eso el “nácar” del título, materia prima de los exponentes más finos de ese indispensable adminículo.
Rómulo aparece allí en compañía de su amigo Alfredo Serra, practicando ese “deporte de salón” elegante y algo insólito, mientras degustan el inevitable whisky.
¡Larga vida a Rómulo Berruti! Un erudito sin grandilocuencias, un rendido admirador de Enrique Santos Discépolo y un experto como pocos en el cine y en particular en el de procedencia nacional y el de habla hispana en general.
Sólo cabe terminar este pequeño tributo con la reproducción de un deseo, vivo hasta hoy y vaya a saber por cuánto tiempo más: ¡Que vuelva Función Privada!
Daniel Campione en Facebook.
@DanielCampione5 en Twitter.