El voto del campo ya no es lo que era

El voto del campo ya no es lo que era

11Nov23 0 Por Guillermo Cieza

El sorprendente triunfo de Unión Por la Patria en numerosos distritos del interior de la provincia de Buenos Aires, revela cambios vinculados al impacto del cambio climático en las empresas rurales. Si las alteraciones ambientales llegan para todos, no es el mismo efecto el que provocan en actividades agrícolas, más ligadas a la timba que a la producción.

 

En las ciudades del interior se escucha decir que “cuando el campo anda mal, en el pueblo empiezan a crecer los yuyos”. Cuanto más se alejan de la Capital, la economía local se hace más dependiente de la capacidad de gasto y demanda de los productores rurales. Chacareros con o sin plata lo disfrutan o padecen  los pequeños comercios,  la gastronomía,  los proveedores de servicios y los trabajadores cuentapropistas.  Y la situación económica de cada pueblo impacta en las decisiones a la hora de emitir el voto.

Desde una lectura vieja de lo que sucede en el interior de la pampa húmeda, se ha asociado a la actividad ganadera al pensamiento conservador y oligárquico y se ha reconocido en los agricultores, en particular los pequeños y medianos un pensamiento más progresista. Sin embargo, resulta evidente que quienes han llevado adelante las posturas más reaccionarias en los últimos años, han sido agricultores de la zona núcleo de la provincia de Buenos Aires y del sur de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba. Ha sido en “la Pampa gringa”, cuna del rebelde Grito de Alcorta en 1912. En esas zonas ha arrasado el PRO, y ahora se vota masivamente a Milei.

Por el contrario si repasamos los distritos en que ganó Unión por la Patria en la última elección nos encontramos con: Azul, Olavarría, Tapalqué, Las Flores,  Bolívar, Bahía Blanca, Coronel Rosales, Tornquist, Tres Arroyos, Coronel Suárez y Monte Hermoso. En todas esas localidades los ingresos locales están fuertemente vinculados al campo, que mayoritariamente produce ganadería. Esta actividad, en los últimos años, ha sido bastante estable económicamente. Las prolongadas sequías provocadas por el cambio climático le han generado dificultades y reducciones coyunturales de stocks, pero han tenido algunas compensaciones con precios promovidos por el crecimiento de las exportaciones a China. Este tipo de explotaciones son poco dependientes del crédito bancario y de los insumos externos, pagados en dólares. En particular la cría, tiene mejores números, porque los animales se alimentan casi exclusivamente de pasto.

El panorama que se le ha presentado a los agricultores es completamente diferente. Insertados en un modelo productivo de agricultura industrial, son fuertemente dependientes de insumos valorizados en dólares, recurren con frecuencia al crédito bancario y dependen mucho más de las condiciones ambientales. El cambio climático, que aumenta la frecuencia de episodios extremos: olas de calor o de frío y sequias e inundaciones, golpea muy fuerte a esta actividad y en nuestro país ha ocurrido que en 2022 se perdieron las cosechas finas y gruesa. En 2023, la cosecha fina, con mucha suerte, pagará los costos. La combinación de cambio climático e inserción acrítica en el modelo agropecuario industrial, está convirtiendo a esta agricultura en una actividad desquiciada. Algo más parecido a la timba financiera que a la producción. Como es lógico, genera productores desquiciados, que se identifican sin mayores dificultades con Javier Milei.

La alarma que genera el crecimiento de la votación a un personaje como Javier Milei, debería hacernos reflexionar sobre el propio desquicio de la sociedad argentina. Resulta evidente que, desde hace años, viene siendo empujada a un túnel sin salida y la reacción más frecuente parece ser hacerse un lugar a empujones o mordiscones con el que tenemos al lado. Es fácil identificar a una persona con “la cabeza quemada” porque tiene dos trabajos y no llega a fin de mes, o porque estudió una carrera universitaria y no tiene trabajo, o porque es un joven que pertenece a una familia donde ninguno de sus integrantes tuvo un trabajo formal desde hace dos generaciones. Debe incluirse también entre los “cabeza quemada” que terminan votando a Milei a los que, viviendo en el campo, amanecen histéricos por las deudas bancarias que los acosan , o porque el clima siempre les juega en contra.

Resulta necesario cambiar las orientaciones más generales del proyecto de país y de sociedad futura. Resulta urgente rediscutir lo de la estafa de la deuda externa, revisar los modelos productivos, valorar las consecuencias del cambio climático en nuestras actividades cotidianas y en los resultados de la economía, cuestionar la opción por el “sálvese quien pueda” que impera en la mayoría de las decisiones individuales o de sector, revincular el trabajo con la producción de bienes de uso colectivo, etc. Si no somos capaces de preguntarnos por qué han empezado a fascinarnos los locos y los perversos, lo más probable es que nos terminen gobernando.