Cuerpo de baile

Cuerpo de baile

14Nov23 0 Por Daniel Campione

Cuerpo de baile (Una comedia del deseo) es un unipersonal protagonizado por Carolina Guevara, que ya ha pasado con éxito por más de una sala.  Quien esto escribe la vio en “Medio Mundo Teatro”, un acogedor espacio instalado en una casa antigua, a pocas cuadras del Congreso Nacional.

El recorrido de “Corral”.

Ya habíamos apreciado a esta intérprete en otro unipersonal, Los golpes de Clara. Allí el tema  era la vindicación femenina frente a la violencia machista. Desde la determinación individual y, sobre todo, la comprensión conjunta y la acción colectiva.

Aquí de nuevo la rebelión femenina y feminista se halla en el centro, desplegada de modo progresivo contra las múltiples tentativas de encorsetar el cuerpo (y la mente) de la protagonista. El personaje, identificado con un apellido de carga simbólica, “Corral”, ha gustado de bailar desde muy pequeña.

 Ya en sus primeros años practica danzas espontáneas, que se desencadenan en los momentos de apariencia más inoportuna. Y que siempre tienen una carga de rebelión, abierta o solapada.

La familia; las maestras represoras, la Iglesia, los poderes municipales,  la medicina, los psicofármacos, incluso la disciplina del ballet, entendida desde una perspectiva castradora y sexista; son todas instancias que se interponen entre “Corral” y sus deseos de bailar y de ser libre. Y ya adolescente, de sentirse atraída e incluso enamorarse de otras mujeres.

Los micropoderes que se le enfrentan bregan por inmovilizar su cuerpo o apaciguar su mente. Primero en el pueblo pequeño en el que nació. Allí las “autoridades” mencionadas se conjuran para domesticarla, a lo sumo con pasajero éxito, siempre en vano a la larga.

En la variada secuencia de potenciales “disciplinadores” no podían faltar las fuerzas represivas estatales. Quizás el pasaje más emotivo de la obra se manifiesta cuando la todavía adolescente “Corral” encuentra el sexo pleno y la comunidad amorosa con otra joven. No es en un lugar cualquiera, sino en una de esas cárceles que el eufemismo burocrático designa como “institutos de menores”.

Tras la experiencia del encierro, y del encuentro con una parte de su identidad, dejará el ambiente opresivo de su pueblo natal.

En búsqueda de su autonomía, la protagonista se dirige a la gran ciudad, y se establece en Buenos Aires.

Allí experimentará instantes de libertad. Y al mismo tiempo la dificultosa inserción laboral, en trabajos mal pagos, con jornadas prolongadas, y desenvueltas a menudo en lugares sombríos e insalubres.

Una vez más, las de “Corral” no son desgracias individuales, aisladas. Son manifestaciones de lo inhóspito de ser una mujer joven y trabajadora en Argentina.

“Corral” parece revivir de sus pesares cuando encuentra solidaridades, pequeños momentos de felicidad compartida. Y así aproximarse al camino de salida a las prisiones invisibles que la atormentan.

Nada casualmente su caminar desemboca cierto día en un espacio público lleno de sus congéneres movilizadas. La perspectiva de integrarse en una multitud politizada y deseante revela un significado nuevo, creador, disruptivo, para la expresión “cuerpo de baile”. La que queda entrelazada con la inusitada potencia de las expresiones del movimiento de mujeres y disidencias en nuestro país.

Actriz y no sólo eso.

Carolina no es sólo la actriz de Cuerpo … . Es también coautora del texto, junto a Leandro Rosati, y productora de la obra. Rosati oficia asimismo como director.

Pasa una hora sobre el escenario, corporizando un relato en primera persona, a lo que suma fugaces interpretaciones de otros sujetos  y sujetas que se entrelazan con su vida, dialogan con ella o, muy a menudo, la llaman a una obediencia y compostura que ella insiste en rechazar. La actriz desenvuelve una notable gama de matices en la voz y la gestualidad.

Su actuación comprende también un gran despliegue físico, manifestado cuando baila y en otros momentos de alta expresividad.

Los continuados toques de humor ocupan un lugar que no sólo no distrae sino que realza los problemas que expone la protagonista. Se permite incluso “salidas de libreto”,  al improvisar momentos  cómicos o irónicos  a partir de exclamaciones o gestos del público.

Las y los espectadores se retiran después del espectáculo con una inconfundible sonrisa de satisfacción, mientras hacen comentarios de tono reflexivo ¿Qué más se puede pedir de una exponente cabal de las virtudes del teatro independiente y alternativo en nuestro país?

Es seguro que los deseos de asistir a nuevas actuaciones de Carolina  han sido renovados y reforzados.

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